Antecedentes históricos

Ya Lévi Strauss se basaba en la premisa de que la mente humana puede organizar las ideas. Se definía estereotipo como una imagen entre el individuo y la realidad. En los años 20 aparece como constructo central de la Psicología; se estudia desde la vertiente emotiva, cognitiva y social. Los estereotipos establecen pautas diferenciadoras entre personas que delimitan las posibilidades individuales. Vamos a trazar algunas ideas sobre cómo prevenir la violencia de género.

Las estructuras culturales de género tienen antecedentes filosóficos e históricos. Se trata de un subtipo de estereotipos sociales que incluye lo que se espera; lo que deben «hacer y ser» las mujeres y los hombres. Este modelo ideológico ha dado lugar al llamado sistema sexo-género. Se trata de un esquema determinista en el que el sexo biológico condiciona destinos sociales diferentes. Se establece lo que es adecuado para hombres y mujeres reforzando categorías. Los sistemas de género -no importa en qué periodo histórico- son sistemas binarios que oponen la hembra al macho; lo masculino a lo femenino, rara vez sobre la base de igualdad, sino, por lo general, en términos jerárquicos. Las niñas asumen desde los primeros años el papel social de la feminidad hegemónica. Debido, en parte, a la influencia de los discursos del profesorado. La consecuencia es una realidad marcadamente discriminatoria.

Entornos de socialización

El entorno familiar es el primer factor de socialización del individuo. A través de las relaciones familiares las hijas/os van estableciendo sus emociones, roles para la vida adulta; en definitiva, la personalidad o madurez futura. Al ser la familia el principal agente socializador del individuo, ello tendrá gran influencia en el desarrollo cognitivo del menor. Incluso, podrá aumentar o disminuir la probabilidad de que un menor o adolescente desarrolle una conducta antisocial o problemática. Podría prevenir la violencia de género.

El sexo es un factor determinante en la inserción laboral. Las mujeres presentan un nivel salarial 30% menor que el de los hombres; triplicando el tiempo que emplean los varones en las tareas domésticas. Se las excluye en puestos de liderazgo ya que las responsabilidades familiares frenan la carrera académica de las mujeres. Además las políticas de igualdad no ofrecen resultados satisfactorios. El sistema sexo-género tiene, además, una consecuencia ideológica que marca los prejuicios frente a las personas LGTBIQ. Este sistema está siempre ligado a las normas de la heterosexualidad percibida como única forma de relación sexual natural.

Estereotipos para prevenir la violencia de género

Los estereotipos en torno al género y a la orientación sexual que han predominado conducen, pues, a la discriminación. Y el sistema educativo desempeña una función clave en la transmisión y reproducción de los mismos. Los resultados de los estudios más recientes revelan que los estereotipos permanecen aún arraigados. Esto pese a los esfuerzos por mostrar un clima de igualdad. La investigación para prevenir la violencia de género debe continuar. Podremos tener así un sistema educativo de calidad que responda a las demandas sociales.

En cuanto a la escuela como modelo de prevención asegurará al menor una preparación para la vida activa. Proporcionará el conjunto de recursos, conocimientos y herramientas necesarias. Así  los menores serán capaces de hacer frente a las situaciones de dificultad que encontrarán en su trayectoria vital. La educación en valores como la libertad, respeto, igualdad y solidaridad es esencial a la hora de modificar modelos. Para cambiar perspectivas y abrirse al futuro, trabajando acciones que fomenten el respeto a la diversidad. Respetando la igualdad entre hombres y mujeres.

En Psicología Relacionarte te ayudamos en el desarrollo cognitivo del menor para integrar los valores diferenciales en un clima de igualdad.